sábado, 29 de mayo de 2010

Mi pequeño Edén

Desde luego, podré decir muchas y desafortunadas cosas sobre los inconvenientes de la ciudad con respecto a cultivar hortalizas y verduras, el principal de ellos es la falta de espacio y la ausencia de luz directa en muchos de los casos, pero por suerte yo no he tenido ese problema.

Desde que me mudé a mi pisito con terraza, en el centro de la ciudad, he sido el hombre más feliz del mundo practicando un hobby enriquecedor, la jardinería de alimentos, y es que tengo aprovechados los 8 metros cuadrados de terraza como si fuesen 80.

Desde noviembre decidí ponerme el mundo por montera y distribuí el espacio que tenía para poder plantar todo tipo de plantas comestibles, el resultado fue el siguiente:

Planté 4 semillas de haba, a partir de ese momento, la "locura" empezó a incrementarse, en diciembre planté: 9 cebollas, 4 guisantes, 4 tallos de apio, 4 acelgas y 4 espinacas, todas las plantas (a excepción de las habas) las compre en un vivero como plantones recién nacidos. Me sentía lo más cercano de ser autosuficiente que había estado jamás.

Todas las plantas estaban sembradas en macetas, con más o menos tierra y siempre al cuidado de que no tuvieran demasiada agua (este invierno ha sido monzónico). De todas formas, aunque es necesario mantener la humedad controlada en las plantas, también es necesario regarlas de vez en cuando aunque les caiga agua de lluvia. El riego manual debe ser menos intenso si ha llovido pero no debe sustituirse uno por otro:

Ya lo dice el refrán: "Agua del cielo no quita agua de riego"

Entonces comenzaron a crecer, a florecer y finalmente conseguí el fruto que tanto esperé, aunque poco abundante por las limitaciones del macetero, pero los más sabrosos que he probado jamás, supongo que sería orgullo de padre.

He aquí algunas fotos de mis retoños: por orden: habas, cebollas y guisantes:

Aunque parezca poco divertido, e incluso demasiado esfuerzo, la verdad es que tener un jardín me ha ayudado a desconectar de ciertos problemas laborales o personales, cada día descubría una sorpresa nueva, una flor inesperada, una vaina desarrollada, o unos nuevos brotes que amenazan con volver a resucitar la planta cuando ya parecía que estaba al borde de la muerte estacional.

La recolección ha sido durante el mes de abril, cuando las plantas empezaron a marchitarse y las vainas dejaron de aparecer de la nada para engordar y mantenerse en un estado de madurez contenida.

Tener un jardín, además de ser algo entretenido, didáctico y satisfactorio, es una carrera de fondo, las planas necesitan su tiempo y no valen las prisas con ellas, de todas formas tarde o temprano terminan creciendo, floreciendo y desarrollando el fruto.

Si es que ya lo dice el refrán: "Las habas, cuanto más grandes, más vainas"

martes, 25 de mayo de 2010

Hoy, como cualquier otro día

Hoy no voy a hablar de verde ni de cabras, aunque a lo mejor hable de comida. Hoy solo quiero hacerle llegar un mensaje especial a alguien único. Y valiéndome de la estrategia tras la que me escondo para lanzar ideas no podría estar más de acuerdo con lo siguiente:

Ya lo dice el refrán: "Contigo, pan y cebolla"

lunes, 24 de mayo de 2010

Galletas Estructurales

Esta mañana me ha ocurrido algo muy gracioso. Mientras desayunaba con mis compañeros de un curso sobre calculo de estructuras que estoy recibiendo, ha salido el tema de las tareas en el hogar y yo he hecho referencia a mi pasión o devoción por la cocina. Les he hablado de unas galletas que hago, con buenas criticas por parte de los que las han probado, así que, aunque pueda ser que ninguno de los presentes esta mañana lea esto (ha sido un comentario algo anecdótico en el desayuno) supongo que a otras personas les puede servir la receta:

Galletas de mantequilla:
Los ingredientes están al alcance de cualquier despensa:

125 g. de mantequilla
1 huevo
250 g. de harina (doble de harina que de grasa o mantequilla)
125 g. de azúcar
1 pizca de sal
Canela en polvo y la ralladura de una naranja (opcional)



La proporción entre gramos y unidades de medida de “andar por casa” es la siguiente, podemos asemejar una cucharada sopera de azúcar o de harina como 25 gramos. De todas formas, esta aproximación solo es recomendable cuando tienes un poco más de soltura en las cantidades.

Primer paso: derretir ligeramente la mantequilla hasta que quede pastosa (20 segundos en el microondas), agregar el azúcar, el huevo y la sal. Cuando esté todo hecho una pasta homogénea, agregar harina poco a poco. Quedará una masa manejable y que no se pegue en las manos.

Segundo paso: espolvorear harina sobre la tabla de trabajo, y empezamos a amasar y extender.



Tercer paso: se cortan las galletas con las formas que queramos y las ponemos en una bandeja de horno sobre papel parafinado. Espolvoreamos un poco de azúcar sobre ellas y las metemos en el horno a 180º durante 15 minutos o hasta que las veamos doradas.





Consejo: si apartamos un poco de masa inicial, le podemos agregar ralladura de naranja y un poco de canela en polvo para darle un toque más personal, así tendremos galletas de canela  con un toque ácido muy interesante.

Yo soy un firme defensor de esta cocina para picar o para comer entre horas, sabemos quien y como se ha hecho, es un crujiente y dulce homenaje que nos damos de vez en cuando, además de un enérgico tentempié. A veces, suelo merendar tarde unas galletas de estas con un zumo o una infusión y cuando llega la hora de cenar no me apetece, así que decido descansar e irme a la cama.

Si es que ya lo dice el refrán "Quien no come por haber comido no tiene nada perdido"